¿Por qué decidiste irte a Alemania y por qué te quedaste?
Me fui a Berlín a estudiar, pese a que no me habían dado la beca Erasmus. Estaba estudiando Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid y decidí hacer el traslado de expediente. Una vez allí tuve que especializarme, así que me decanté por la Teología. Un día organicé una fiesta en mi casa y una amiga vino con su hermano, y hasta hoy.
¿Cómo entra uno a formar parte del mercado laboral en Alemania?
La formación profesional, que es diferente a la que existe en España, está muy bien valorada. En la ventanilla de un banco no te encontrarás nunca una economista o un abogado; en la ventanilla hay una persona que ha hecho la formación profesional pertinente para estar en la ventanilla de la sucursal de un banco. Luego hay promociones internas dentro del banco, pero no hay abogados o economistas. A ellos no les gusta que haya esa versatilidad laboral.
Vamos, que son muy cuadriculados…
Sí, menos cuando hacen la cola. Pierden toda la civilización que tienen. Hacer cola en Alemania es un horror, pero en todo lo demás, son totalmente cuadriculados. Cuando fui a la oficina de empleo en Alemania me dijeron que no tenían trabajo de filósofa (risas).
Así que decidiste abrir tu blog…
Fueron varias razones: venía del Berlín oriental, muy dinámico y divertido, y nos instalamos en Mierdapueblo. No tenía trabajo, tenía un niño que salía de la guardería al mediodía, un bebé, y estaba embarazada… O hacía algo o me tiraba por la ventana (risas).
Mi hermana estaba en aquel momento trabajando en París para una plataforma de blogs y me mandaba constantemente enlaces, así que comencé a leer blogs. Eran textos cortos, los podía leer en cualquier momento… Y me enganché. Al final, en el año 2010, abrí el mío.
¿Habías pensado dedicarte a la escritura en algún momento?
Como todo estudiante de la rama de Humanidades tuve mi época intensa en la que quería ser escritora. Participé en algún concurso literario, pero como no salió bien, me dije que no valía para ello. Por eso nunca pensé que esto fuese a suceder. Cuando comencé el blog lo hice por hacer algo, sabía que no era literatura profunda.
¿Cómo te diste cuenta de que tenía su público?
Por el contador de visitas y por la gente. Me alucina que la gente me escriba un e-mail para decirme que les encanta el blog, o que algunas de mis amigas me cuenten que conocen a gente que está enganchada al blog. Ha sido mucho el boca a boca.
¿Puede ser que haya muchas madres desesperadas que buscan soluciones en la red?
También. Puse el nombre al blog, Mamá en Alemania, un poco sin pensarlo. Seguramente en lo referente a las búsquedas en Google haya sido un acierto.
¿Qué hay de diferente en el libro respecto a tu blog?
He recopilado los posts que más éxito han tenido, los más divertidos y también los más polémicos. He rellenado huecos y he reescrito mucho, porque al principio el blog era más normal, hasta que me acostumbré a utilizar mi lenguaje.

¿Y tu marido lee los posts en el blog?
Él dice que sí, pero no (risas). Él le echa un vistazo pero no entiende muy bien de qué trata. No entiende muy bien el español, de hecho aún no comprende lo que es Maromen.
¿Cómo llegas a desarrollar tu propio vocabulario?
Para mí, al principio, era muy importante mantener al resto en el anonimato, me daba mucho respeto internet. Así surgieron apodos como Maromen, Mierdapueblo, biocuñada, etc.
¿Cuál es tu día a día?
Entro a trabajar a las siete y media de la mañana, y las doce es la hora de la comida y de la salida de los niños de la guardería. En caso de que tengas jornada completa, sales a las cinco de la tarde. Hay que tener en cuenta que, en invierno, a las cuatro es de noche. Además, las tiendas cierran a las seis, menos las grandes superficies.
Los niños están en casa desde las doce y se van a la cama a las siete. Con lo cual, es como en España, que llegas a casa de trabajar a las ocho y los niños se van a las diez.
¿Cómo llevaste el cambio de Berlín a Mierdapueblo?
Mal. Al principio, muy mal, por eso me lancé al mundo de internet. Antes sólo tenía mi cuenta de correo y mi cuenta de Facebook, pero nada más. Allí, en Mierdapueblo, fue la ventana al mundo. Ahora estoy muy contenta en el campo. Hay cosas que echo de menos: la familia, los amigos, o poder hacer otro tipo de planes, pero estoy muy contenta. Sin televisión, sin publicidad…