¿Qué es una I-Novel?
Es un tipo de género literario japonés, llamado watakushi-shōsetsu. Se hizo popular a principios del siglo XX. Japón ha sido un país cerrado a las influencias de Occidente durante muchos años. De repente, a finales del siglo XIX Japón abrió sus fronteras a toda la filosofía occidental. Así que las nociones de individualidad, libertad y revolución comenzaron a verterse en el país.
Antes de esto, en Japón, los individuos tenían un papel secundario: primero estaban el emperador, el pueblo, la familia… Y después, ellos. Así que esta idea de individualidad, de un individuo con derechos, era algo totalmente nuevo. Los escritores, generalmente con un ego muy fuerte (risas), se entusiasmaron con esta concepción del individuo y comenzaron a escribir este tipo de novelas autobiográficas, poniéndose a ellos mismos como los protagonistas, los héroes de la historia.
Pero en este caso la voz del narrador está en tercera persona y no en primera, ¿por qué?
Pensé que sería más interesante. La Ruth del libro no soy yo. Pensé que sería interesante escribir sobre este personaje en tercera persona porque implica que hay otra voz de Ruth, es decir, la de la autora. La voz del narrador está en tercera persona y esto es lo que me permite jugar con el personaje, que se llama igual que la autora.
Entonces, ¿qué es real y qué es ficción?
No lo sé. No es una manera de disfrazar aquello que no quiero contar, es más bien una manera de jugar, de preguntar qué es real y qué es ficción. Si lo piensas detenidamente todos somos ficción.
¿Todos somos ficción?
Todos somos historias. Somos las historias que nos contamos a nosotros mismos. Somos una colección de historias. No sé cuál es tu colección de historias, pero tú te las crees y eso te hace ser tú. A medida que crecemos y las situaciones cambian, olvidamos historias y por eso cambiamos. El individuo es flexible y plástico, por lo que no sé qué es ficción y qué es real.
Si lo piensas, cuando miramos determinadas cosas decimos que son históricamente ciertas, pero qué significa eso. Tú no estabas allí, nosotros no estábamos hace 200 años. La única verdad es que tenemos la historia del vencedor, y eso es lo que consideramos históricamente cierto. ¿Es cierto todo lo que dice? Probablemente no, es sólo una verdad.
El suicidio se presenta de una manera directa en la novela, siendo éste un tema tabú en la cultura actual japonesa…
Japón tiene un alto índice de suicidios aunque no tan alto como algunos países europeos. Rusia tiene un índice muy alto, creo que incluso superior al de Japón, igual que algunos países escandinavos.
Japón no es un país judeocristiano, el modo en el que la cultura concibe el suicidio es diferente. En Japón no hay un dios que espera para castigarte por el suicidio, al contrario, el suicidio es visto como una manera de limpiar tu honor, por haber hecho algo deshonroso, que te afecta a ti, a tu familia o a tu pueblo. Se concibe como una manera de corregir ese comportamiento. En ciertas clases se espera que se cometa el suicidio. Por ejemplo, si eres un samurái y tu señor es asesinado, se espera que te suicides.
Has sido directora de cine, periodista, escritora… ¿Cuándo sabes que una historia merece ser contada?
Es una buena pregunta. Supongo que cuando la historia no me deja en paz. Cuando mi mente vuelve a ella una y otra vez. En este caso, la voz de la chica Nao vino a mi cabeza y la escribí… Pero no se iba. Hubo varios procesos a lo largo de la escritura de esta novela, porque pensé que ya estaba acabada, pero la voz de Nao seguía en mi mente, arrastrándome una vez más.
Pero podría haber sido una película y no una novela…
No, ya no hago cine. Es muy difícil hacer películas (risas). Es muy caro, requiere un equipo de gente, requiere tecnología… Es muy difícil.
Nunca fui una buena cineasta. Creo que mis películas eran más una novela, creo que soy más una escritora que cineasta. Cuando escribía guiones había mucho diálogo, algo que no es bueno en las películas. Has de ser más visual para hacer películas (risas). El cine es imagen, me gusta mucho y lo echo de menos, pero creo que soy mejor escritora que cineasta (risas).
¿Qué esperas de la novela?
Realmente, nunca tengo expectativas. Tener expectativas es un error. No tengo ninguna expectativa sobre el recibimiento que tenga el libro en ninguna parte del mundo. Si la gente quiere leerlo, estaré feliz, será maravilloso.
He hecho mi trabajo y confío en que el libro encontrará lectores. El trabajo de los libros es encontrar lectores, pero no tiene nada que ver conmigo. Mi participación en el libro ha terminado, es ahora el libro el que se va, encuentra lectores, hace amigos, es como si mi hijo se fuese de casa (risas). Algunas veces el libro se trae amigos a casa y conozco a los lectores; eso es fantástico.
La crítica compara tu estilo al de Haruki Murakami, ¿estás de acuerdo?
Sí claro. Haruki Murakami es una influencia para mí. El libro está lleno de pequeños guiños a Murakami. Por ejemplo, los dos personajes masculinos del libro se llaman Haruki.
¿Qué otros autores te gustan?
Muchos, soy incapaz de responder a esa pregunta. Te diré autores que me han influenciado a la hora de escribir este libro: Murakami es, sin duda alguna, uno de ellos; leía a Jorge Luis Borges cuando escribía esté libro, me gusta mucho su rompecabezas de varias realidades; Gabriel García Márquez es otro autor que me encanta, por su maravillosa utilización de la historia y la imaginación, el realismo mágico; David Mitchell es otro autor que me encanta.
Siendo hija de un estadounidense y una japonesa, ¿con qué cultura te encuentras más identificada?
Vivo en Canadá y en Estado Unidos, así que tengo un estilo de vida bastante occidental, pero practico zen, que es algo muy arraigado en las costumbres japonesas. Mi lado japonés está presente, ya que mi madre me inculcó ciertas tradiciones de su país, de la cultura zen. Son pequeñas cosas: pensar en los demás, intentar que el resto esté cómodo, etc.
En Japón, las relaciones sociales son muy importantes; allí todo el mundo es muy educado. Es algo que me gusta mucho de la cultura japonesa, y espero mantenerlo.
En tu novela, Ruth ama el olor de los libros. Es algo curioso, teniendo en cuenta que vivimos en una época tecnológica…
Vivo en un bosque donde los árboles son talados sistemáticamente para hacer papel. Es algo que odio… Y amo los libros: me encanta el objeto físico, me gusta tocarlo, me gusta el modo en que las páginas pasan. Además, me he dado cuenta de que, leyendo un libro, recuerdo las cosas porque sé en qué parte de la página estaban, en qué parte del libro se encontraba lo que busco.
Es increíble el hecho de manosear un libro físico, algo que no puedes hacer en una tableta. Tengo un iPad y lo utilizo para leer, pero prefiero el libro físico.
¿Llegará un punto en el que el papel desaparecerá o se dejará de usar en los libros y periódicos?
Espero que no. Espero que siempre haya libros de papel, aunque creo que no pasa nada si algunos libros están solamente en formato electrónico. Algunos libros son más propicios que otros, algunos pasan al olvido rápidamente. No tendría ningún problema si los periódicos dejasen de publicarse en papel, pero algunos libros deben estar impresos. Un libro es un objeto y es un objeto muy bonito.
Ruth, el personaje, planea escribir sus memorias, pero no acaba de decidirse. ¿Te ocurre lo mismo?
Hubo un tiempo en el que pensé que nunca escribiría otra novela, así que hacía como ella: intenté escribir unas memorias y mi editor estaba interesado en ello, así que esa parte de la novela es cierta. Sin embargo, si lo piensas, soy una novelista, y la Ruth novelista de El efecto del aleteo de una mariposa en Japón no consigue escribir sus memorias, como yo, por lo que la historia del libro es también la historia del intento fallido de escribir las memorias. ¿Cómo un novelista no consigue escribir sus memorias? Convirtiendo sus memorias en ficción (risas).