¿Cómo comenzó tu afición al cine?
Tras acabar el instituto me informé para matricularme en Bellas Artes, porque era lo que siempre había querido hacer, siempre me gustaron las ilustraciones y dibujar, pero también tenía inquietudes en lo referente al cine.
Mi padre montó un videoclub cuando yo tenía 12 años, y yo pasaba las tardes allí. En la trastienda había una pantalla muy grande y llevaba a todos mis amigos y veíamos todo tipo de películas.
Pero claro, veía el mundo del cine como algo utópico, aunque siempre estaba haciendo experimentos y cosas raras con la cámara de vídeo.
¿Qué tipo de experimentos?
Desde pequeño hacía estupideces con la cámara, me acuerdo que hacía varias cosas con la técnica del stop-motion, como quitar cosas de la cama poco a poco. Luego se las enseñaba a mi padre y él me preguntaba cómo lo había hecho. Era todo muy “cutrillo”.
¿Fue entonces cuando supiste que querías dedicarte al cine?
Yo siempre veía que dedicarme al cine era algo que nunca podría hacer, además mis padres nunca tuvieron mucho dinero, por lo que irme a Madrid a estudiar cine, donde no conocía a nadie, cuando tenía 18 años, era algo impensable, era casi una tontería.
Así que en el último momento decidí estudiar audiovisuales en el instituto de la Guancha (Tenerife) con la idea de probar y ver si era eso lo que realmente me gustaba y no era simplemente un capricho o un hobby. Comencé a estudiar, hice un par de cortometrajes y a partir de ahí me quedé totalmente enganchado.
Y rodaste La ratita presumida…
Sí, el último año rodamos un corto que ganó el Foro Canario del Festival de Cine de las Palmas y a partir de entonces comencé mi andadura profesional: comencé en la serie La noche del Crimen de Javier Fernández Caldas, donde dirigí tres capítulos y edité nueve, y luego ya emprendí mi propia serie. Lo de irme a Madrid se me olvidó.
Así que no te arrepientes de haberte quedado en Tenerife…
Creo que si ahora pudiera ir hacia atrás probablemente sí que hubiera decidido irme a Madrid, aunque no sé muy bien cómo lo habría hecho. Básicamente porque mi formación ha sido a base de ensayo y error, por lo que he podido hacer cosas interesantes, pero también hay algunos cortometrajes que veo ahora y digo “Dios mío, qué horror”. Mi aprendizaje, mi escuela de cine, fue rodar mucho, editar mucho, pasar muchas horas delante del ordenador, detrás de una cámara, volviendo a todo el mundo loco y pidiendo muchos favores.
¿Entonces no afecta tanto la insularidad como siempre se ha creído?
Con la productora La Créme Films hemos trabajado recientemente, por ejemplo, con el sello Virgin, y para ello vino gente de Londres; hemos trabajado con gente de Holanda… La insularidad hoy en día, con internet, no la noto tanto. Además, veo muchas ventajas en tener una productora en Canarias y rodar en Canarias.
¿Qué tipo de ventajas?
No son sólo las típicas ventajas fiscales de las que se habla siempre, como son el RIC (Reserva para Inversiones en Canarias) o la ZEC (Zona Especial Canaria), sino que, pese a que en Madrid y en Barcelona la industria se mueve muchísimo más, a mí me parece más sencillo levantar un proyecto aquí y encontrar a gente.
Además hay mucha gente que se ha formado de la misma manera que yo. Se ha hecho mucha publicidad de fuera y vienen bastantes películas a rodar aquí (A todo gas, Furia de titanes) y ahora mucha gente de aquí ha tenido experiencia en películas. Muchos profesionales que te encuentras a diario están metidos en el mundillo.
Afortunadamente ahora la gente está más acostumbrada al rodaje, es más sencillo conseguir permisos para rodar, etc.
Ante tus ojos contó con ayudas del Gobierno de Canarias y otras instituciones. Se dijo que el presupuesto era de algo más de 90.000 euros, ¿crees que el arte ha de ser subvencionado?
En España el error parte de la industria, porque siempre es cine subvencionado y estoy totalmente de acuerdo que no debería ser así. Si realmente queremos fomentar la industria cinematográfica, las ayudas no tendrían que llegar desde el Ministerio de Cultura. No sé dónde está la solución, aunque creo que sin ayudas no se habrían hecho muchas cosas: desde una película hasta una panadería.
Con Ante tus ojos hubo un error. No recibimos esa cuantía, se malinterpretó lo que se dijo. Si todos los que trabajábamos en ese corto hubiésemos cobrado, el presupuesto podría haber llegado a los 90.000 euros, pero eso no es exactamente lo mismo que tener ese presupuesto. Tuvimos una ayuda de 15.000 euros, pero teniendo en cuenta que pasar la imagen a 35 milímetros -una de las cosas a las que te obliga la propia subvención- costó 10.000 euros… Tuvimos que poner todo lo demás: sueldos, traslados, casting, etc.
Lo ideal sería que no fuesen necesarias las subvenciones para hacer una película. Lo ideal también sería que en España la gente fuese al cine a ver cine español. Creo que las ayudas deberían darse a proyectos realistas que, finalmente, salgan adelante.
¿Cuál es la vida de un cortometraje?
En publicidad haces cosas pequeñitas y efímeras, pero el trabajo del cortometraje queda ahí para siempre. La vida de un cortometraje depende de cómo se distribuya y la aceptación que tenga entre el público.
Mi experiencia, por ejemplo con Ante tus ojos es que todavía se sigue proyectando, más que La bombilla, mi último cortometraje. Ante tus ojos tuvo muy buena distribución y después de dos años o así pegó un bajoncillo, algo que le suele ocurrir a todos los cortos. Lo bueno del cortometraje es que siempre hay sitios donde proyectarlo. En España hay miles de festivales donde, si no está en competición, sí que se puede proyectar.
La distribución es muy importante, tanto Ante tus ojos como La bombilla estuvieron dentro del catálogo de Canarias en Corto, en donde ya cuentas con la distribución, lo que facilita que sean proyectados. Con Ante tus ojos era genial, nos llegaban e-mails de diferentes festivales de varias partes del mundo en donde se nos informaba de que el corto había sido seleccionado.
¿Y si no cuentas con una gran distribuidora?
La distribución de mis primeros cortometrajes la hacía yo. Me metía en páginas web, buscaba festivales y metía en un sobre el DVD, la ficha de descripción, la hoja técnica, etc. y lo enviaba. Algunos te respondían y otros no. Recomiendo que se haga con una distribuidora porque no sólo te lo puede mover por festivales sino también venderlo a televisiones, etc.
¿Y las invitaciones a los festivales?
Todos los festivales en los que estás seleccionado te invitan, pero no todos te pagan el viaje y la estancia. Por ejemplo, con Ante tus ojos, curiosamente sí nos pagaron todo en el Festival de Egipto. Todo el mundo me decía que la organización lo pagó porque era el ganador, pero no es cierto. No teníamos ni idea de que seríamos los ganadores. La experiencia fue muy buena: diez días en Egipto, donde además de hacer turismo, conoces a directores, gente del mundo del cine, etc.
¿Crees que hay poca difusión de este formato de cine?
Es la batalla del cortometrajista. El Día de Canarias (30 de mayo) se emiten en la televisión autonómica los cortos del catálogo de Canarias en Corto, pero el resto del año no hay programas que se centren en este género. Yo creo que a todo el mundo le gustan los cortos. Además, cosas como el NOTODOfilmfest animan el consumo de cortos. Pero se echa de menos un sitio, una plataforma o algún programa o canal, donde puedas ver periódicamente cortometrajes. Al menos yo no lo conozco.
Si no lo conoces tú…
Antes veía más cortometrajes; ahora me llegan enlaces de internet de amigos o conocidos para que vea un corto. También están los festivales, pero no puedes recorrer media España. Como mucho vas a los que te pillan cerca.
¿Y utilizar internet como vía de difusión?
Colgué Ante tus ojos un año después, porque aún se seguía moviendo en festivales y existía la posibilidad de la venta a alguna televisión. Al final el espectador de cortos que usa internet, ve los cortos tarde, no ve los que se estrenan ese año.
Eres guionista y director de todos tus trabajos ¿cómo afecta esto a los procesos de creación?
Tengo los dos procesos bien claros. Muchas veces te traen una idea de publicidad que sobre papel está muy bien, pero hay que llevarlo a la pantalla. Hay que adaptarla, visualizarla y contar la historia en imágenes. Con los cortometrajes es raro que esto ocurra. No hay muchos guionistas que te ofrezcan un trabajo suyo para que lo ruedes. Como es un corto, una cosa pequeña, la gente se atreve a dirigir lo que escribe. Me parece bien, pero echo de menos a los guionistas que dicen “oye, he hecho una cosa para un cortometraje, a ver qué te parece”.
¿Dirigirías entonces un cortometraje cuyo guión no fuera tuyo?
Es cierto que a uno siempre se le ocurren ideas, pequeñas historias y es normal que la gente dirija sus propios trabajos. Pero esto no quiere decir que no esté abierto a dirigir el guión de otra persona, siempre y cuando dé libertad al director y pueda meter mano. Muchos de los procesos o de las partes hay que visualizarlas antes. Son más procesos de tono o visualización que de escritura.
Tanto en Km37, Antes tus ojos, y La bombilla el tema de la muerte está muy presente ¿por qué?
No sé por qué es un tema recurrente. Es una buena pregunta. Hace poco precisamente proyectaron en el Aguere Espacio Cultural (en La Laguna) tres cortos míos: Encuentro, Antes tus ojos, y La bombilla. Nunca había visto los tres seguidos. Cuando los vi, me dije: “la gente debe de pensar que estoy medio trabado, que tengo un trauma grave con la muerte y que soy un tipo muy oscuro”. En realidad no es así. No sé por qué lo hago. Me gusta jugar con la realidad. Eso es lo que me gusta del cine, para ver realidad ya la tenemos todos los días alrededor. Me encanta ver que algo rompe en un entorno muy realista y entramos en algo mágico, que se sale de lo cotidiano. Siempre intento algo así, o me sale solo.
Quiero dejar claro que no tengo ningún trauma con la muerte (risas).
Da la impresión que empleas la presentación de la muerte como una manera de captar la atención del espectador y dar un giro a una historia que parece normal…
Me gusta jugar con el espectador, no me gustan las historias que necesitan a alguien que se siente al lado y te cuente qué pasa. Las historias se tienen que explicar por sí solas. Siempre intento que tenga diferentes visiones del final, o que cuando acabe puedas reflexionar sobre toda la historia y que vuelvas a verla y notes nuevas cosas.
Ahora has dejado a un lado el cine y trabajas más en el mundo de la publicidad. ¿Está mejor pagado?
No puedo decir que viva del cine, aunque es verdad que ahora estoy metido con el proyecto de la película. Lo que ganamos en la productora se invierte en el desarrollo del proyecto, en grabar el tráiler… Hay gente que vive del cortometraje, pero a no ser que tengas un trabajo muy exitoso es muy complicado.