¿Cómo se trabaja con un figurinista?
Vienen y nos cuentan qué película están haciendo y qué necesitan. Como en este mundo nos conocemos todos –ayudantes, asistentes, figurinistas, etc.–, ellos ya saben, más o menos, lo que tenemos y nosotros sabemos lo que necesitan; así que vienen, seleccionan la ropa y trabajan durante un par de días. Nosotros luego la completamos y ya está.
¿Cómo que vosotros la completáis luego?
Los figurinistas suelen confeccionar la ropa donde viven ellos o donde viven los actores, para que las pruebas sean más fáciles. Si se trata de una película extranjera, el figurinista dispone de muy poco tiempo para visitarnos: viene aquí, mira la ropa del stock y deja una lista en la que pide, por ejemplo, cincuenta mujeres elegantes, veinticinco niños, quince niñas con capa, veinte hombres y doscientos pares de zapatos. Le enseñamos unos modelos y, teniendo en cuenta los tonos y texturas que quiere, completamos todo el pedido.
El figurinista nos guía para que sepamos cómo quiere que finalicemos el trabajo. Es decir, si quiere cincuenta mujeres de pueblo, selecciona las faldas y los cuerpos que le gustan de nuestro stock, y nosotros hacemos el resto: más faldas, más cuerpos, enaguas, blusas interiores, pañuelos, sombreros, etc. Otras veces, aunque no suele ser lo habitual, se quedan aquí unas semanas y lo completan él mismo y sus ayudantes.
¿Qué porcentaje del éxito de una producción depende del vestuario?
Un vestuario acertado ayuda, pero un vestuario no acertado tampoco fastidia la película. La mayor parte del éxito recae en la historia y los actores. Es cierto que el vestuario te ayuda a meterte en la historia, a meter a los actores en su papel, pero no es la parte fundamental.
¿Has visto alguna película en la que te choque el vestuario?
Muchas, pero no te voy a decir cuáles (risas). En muchas producciones de época son los propios figurinistas los que usan una prenda desacertada porque quieren tomarse una licencia. Puede que, aunque estén haciendo una producción del siglo XVII, viesen una prenda del siglo XIX que les encantó, o que daba con la idea del personaje, y la usan. Otras veces se trata de casos más flagrantes (risas).
¿Cómo es vuestra relación con Juego de Tronos?
Alquilamos cuatrocientos o quinientos trajes por temporada. Es un trabajo sencillo: vienen los ayudantes y elijen la ropa. Además, tienen una serie de trajes embargados para varias temporadas porque los actores principales los vuelven a utilizar. Pasa lo mismo en otras producciones.
Hemos vestido, sin saberlo, a algunos de los personajes principales con ropa de nuestro stock. Solo nos damos cuenta cuando vemos el resultado, sobre todo en la primera y en la segunda temporada. Ahora, que están emitiendo la cuarta temporada, veo que algunos personajes principales siguen llevando algunas de nuestras prendas.
¿Habéis participado en alguna producción que haya cosechado premios por el vestuario?
Sí, aunque nosotros no nos llevamos los premios. Son los figurinistas quienes reciben el Oscar, el Goya, el Bafta, etc. La producción más reciente en la que hemos participado y que ha sido premiada por el vestuario es Anna Karenina, que se llevó el Oscar el año pasado, como Gladiator y Shakespeare in love hace unos años. Las brujas de Zugarramurdi y Blancanieves, de Pablo Berger, se llevaron el Goya. No nos llevamos el premio, pero nos sentimos orgullosos de haber participado en algo importante.
¿Los figurinistas pueden hacer modificaciones en el vestuario alquilado?
Sí, si nos lo consulta antes. Por ejemplo, alquilamos quinientas túnicas de color beige para la serie Vikingos y la figurinista las quería en marrón oscuro. Nos preguntó y pudo teñirlas.
¿Qué pasa si una prenda se mancha o se rompe durante un rodaje?
Ese tipo de cosas se suelen fijar por contrato. Si se rompe una camisa en una película de quinientos trajes, no nos vamos a quejar. Otra cosas es que se rompan trescientos uniformes.
¿Qué cláusulas suele incluir un contrato de alquiler?
Además de lo de la ropa rota, la productora siempre suele incluir en el contrato que no podemos alquilar la ropa nueva confeccionada para los actores hasta que se estrene la película. Se reserva el derecho de impactar por primera vez con ese vestuario; luego ya podemos hacer lo que queramos con esas prendas.
¿Os encargan cosas raras, como que la ropa se rompa fácilmente o que esté manchada de algo en concreto?
La ropa la suelen manchar ellos en el rodaje, porque cuando nosotros la confeccionamos no sabemos, por ejemplo, dónde le van a pegar un tiro al personaje.
Respecto a la ropa para romper, podemos hacer un vestuario doble, triple o más. El traje del protagonista necesita una lana determinada, por ejemplo, pero su doble puede llevar una prenda “más barata” porque esa ropa se va a utilizar para romper. Es algo que suele estar fijado, porque a la producción no le interesa que la prenda para romper sea tan cara como la del actor principal.
Acabamos de trabajar con una película alemana de acción, Hitman: Agent 47, basada en la serie de videojuegos Hitman, y hemos confeccionado diez trajes iguales para el protagonista y sus dobles.
¿Y ponéis el mismo cariño para la ropa que se va a romper?
(Risas). Sí. Aquí todo se hace igual: a mano y con dedicación.
¿No da pena que se rompa?
¿Qué le vamos a hacer? Nos lo están pagando. Hay algunas cosas que si te dan pena, pero hay otras que no.
¿Los trajes se revalorizan si se usan en una película?
Para determinada gente, sí. Antes hablábamos de Juegos de Tronos; para mucha gente se revaloriza que determinada prenda haya estado en esa serie, pero para mí, no. No puedo ser así, porque supondría tener un apartado de miles de prendas que, por haber estado en determinadas producciones, no podríamos usar.
Es cierto que tenemos ese pequeño museo del que hablábamos antes, donde hay algunas prendas apartadas, ya sea por ser antiguas o por ser especiales. ¿Me gustaría tener más prendas de ese tipo? Sí, pero colapsaría el stock.
¿Vendéis a coleccionistas?
No. El mercado del coleccionismo en España no es muy habitual. En Estados Unidos e Inglaterra sí, pero aquí no. No obstante, es una vía de negocio. Imagina que tenemos cuatrocientos uniformes de una producción importante, ¿por qué no voy a vender uno, dos, o cinco, si aún nos quedan 395? Es un mercado en el que tendríamos que pensar. No decimos que no a nada. Eso sí, si nos quieren comprar el vestido de Ava Gadner de 55 días en Pekín, obviamente vamos a decir que no (risas).
¿Pensáis hacer un museo propio abierto al público?
No lo creo. El museo lo tenemos para uso y disfrute nuestro (risas). En algunas ocasiones vienen figurinistas y ven esos trajes que tenemos guardados bajo llave… Pero no creo que sea una opción factible por el momento.
Reconozco que tengo un punto friki en ese sentido. Me da mucha pena poner el traje de Sofía Loren en El Cid en los almacenes para que cualquier producción medieval decida alquilarlo y le corte, por ejemplo, las mangas. Para eso tenemos muchos más del mismo estilo, así que prefiero que nos quedemos con ese.