Acabas de publicar el libro La cocina de Isasaweis y de ser madre por segunda vez, ¿de dónde sacas tiempo?
Duermo muy poco, aunque esté mal reconocerlo porque hay famosas que dicen que el secreto de su belleza es dormir ocho horas; yo no sé lo que es eso (risas). Normalmente, duermo cinco o seis horas; es poco, pero me encuentro bien y me cunden más los días. Por otro lado, no veo la tele casi nada y, si la veo, siempre estoy haciendo algo a la vez; soy multitarea. Y anoto todo en una agenda y priorizo lo importante. Procuro aprovechar mucho el tiempo.
¿Qué hay en el libro?
Mis cien recetas favoritas. Hay algunas muy resultonas, otras que pertenecen a mi familia y las tengo mucho cariño… Todas me gustan mucho y, aproximadamente, la mitad están publicadas en mi web, pero las otras, no. Además, en todas las recetas incluyo alguna anécdota, variantes para vegetarianos, ideas para la presentación, trucos para prepararlas con antelación o congelarlas… He intentado que sea un libro muy práctico y estoy contentísima con el resultado.
Aunque tu público es predominantemente femenino, el libro también puede ser útil para los hombres…
Sí, me siguen muchos chicos, sobre todo, por mis recetas. Alguno me pide que suba algún vídeo de cuidados para chicos y debería hacerlo.
¿Te sientes igual de cómoda delante de una cámara que frente a un papel en blanco?
Me encanta escribir. Mi padre fue profesor de Lengua y de inglés. Con el inglés no hizo carrera conmigo, la verdad (risas), pero con la parte de Lengua sí. Siempre me ha corregido y ahora con el WhatsApp me tiene frita, me escribe cada vez que se me cuela algo (risas).
¿No crees que compartes demasiada información privada? ¿Tienes clara la línea entre lo público y lo privado?
No me he marcado ninguna línea, no lo tengo todo pensado, voy sobre la marcha. Por ejemplo, cuando nació mi primer hijo, toda la gente que me seguía estaba ilusionada –hasta me enviaron baberos– y le querían conocer. A mí me parecía muy lógico y natural, pero mucha gente me decía “¿pero cómo vas a enseñar a tu hijo en internet?”. Ahora que es un poco más mayor intento que se le reconozca menos, pero cuando era un recién nacido era imposible reconocerle.
El año pasado tuve una experiencia personal horrible: tuve tres abortos. Podía habérmelo guardado para mí, pero fue tan duro y me sentí tan sola por la desinformación y por no haber oído jamás que era algo habitual –nadie cercano a mí me había dicho que había tenido un aborto, me enteré a posteriori, cuando yo lo conté–, que decidí grabar un vídeo que pudiera ayudar a quien le pasara y mucha gente me ha escrito diciéndome que le ayudó mucho. Probablemente, nunca antes habría pensado compartir algo tan personal.
¿Qué mejorarías de tu proyecto?
Creo que hay muchísimo que mejorar. De hecho, de vez en cuando tengo crisis y digo “¡ay, qué cutre!”. Siempre he tenido afán por renovarlo y sé que, por ejemplo, tenemos que hacer pronto un sistema de comentarios propio que sea más fácil para el usuario, una aplicación para móviles…
¿Quién gestiona tus redes sociales?
Yo, al cien por cien. No se me ocurriría hacerlo de otra forma; tu perfil en las redes sociales tiene que mostrar quién eres, lo que piensas… Algunos famosos han tenido problemas en las redes sociales cuando quien se las gestiona ha dicho ciertas cosas en su nombre. Que hablen por mí me parece antinatural; si llegara un momento en que no pudiera hacerlo, preferiría cerrar el perfil que poner a una persona hablando por mí.
Sorprende mucho la cantidad y variedad de consejos que aportas, ¿de dónde los sacas?
Soy muy curiosa y muy preguntona, y me gusta mucho aprender de lo que sea. Me parece que todo lo que aprendas en esta vida, algún día te resultará útil. Se puede aprender de todo el mundo y procuro empaparme mucho de quien sabe hacer las cosas mejor que yo. También hay muchos vídeos de experiencias personales, muchos trucos de mi madre, de mi abuela, de mis amigas…
Dar consejos de salud es delicado, ¿has tenido alguna crítica?
Procuro ser muy cauta y siempre digo que soy informática, no médico, que son cosas que a mí me van bien, pero que no tienen por qué irle bien a todo el mundo. Me informo muy bien de lo que digo e intento que no se me olvide nada. Por ejemplo, si una mascarilla lleva zumo de limón, siempre recuerdo que hay que ponérsela por la noche para que no salgan manchas por la luz solar. Me fío del sentido común de la gente que me sigue y, como mucho, lo que me dicen es que no les dio resultado o que no les gustó una receta que a mí me parece riquísima. Qué le vamos a hacer, habrá que intentarlo con otra.
Estudiaste Ingeniería Informática. Existe el cliché, quizá absurdo, de que los informáticos no se cuidan mucho, pero tú rompes totalmente ese esquema…
Cuando estudié Informática, ese cliché no era tan absurdo, de verdad te lo digo (risas). En mi facultad éramos cuatro chicas contadas y los chicos… Bueno, digamos que las chicas nos centrábamos en los estudios (risas). Había pocos que se cuidasen un poquito, eran más bien desaliñados. Eso ha cambiado muchísimo, ahora hay muchas chicas que van monísimas, pero, en mi época, si ibas arreglada a la facultad llamabas la atención.
¿Siempre has sido coqueta?
En realidad, no lo soy tanto. No soy de maquillarme ni de ponerme tacones todos los días. Un día iba por la calle con mi mejor amiga, las dos sin maquillar y con playeras, y unas chicas me reconocieron y estuve hablando con ellas un rato. Cuando se fueron, mi amiga dijo: “Dirán de ti que consejos vendo que para mí no tengo”. Pues es verdad (risas).
¿Tú has sido tan fan de alguien como tus seguidores lo son de ti?
No, pero me encanta la música de Joaquín Sabina y admiro en lo profesional a mucha gente. Por ejemplo, canto fatal, así que todos los cantantes me producen admiración y envidia. Soy muy fan de la gente que sabe hacer cosas que yo no sé hacer.
¿Qué consejo le darías a Joaquín Sabina?
Le diría que fuera un poco más suave.