¿Por qué hay un cementerio británico aquí, en Madrid?
El cementerio, que es propiedad del Gobierno del Reino Unido, se crea en 1854 para responder a la necesidad de poder enterrar a los extranjeros no católicos, ya que en aquella época no se permitía dar sepultura en los cementerios católicos españoles a personas de otras religiones. Antes, cuando no existía esto, los cadáveres de los ciudadanos británicos de confesión no católica eran arrojados al mar o enterrados en terrenos privados.
¿Cuántas sepulturas hay en el cementerio?
Unas 650, porque no todas las personas enterradas tienen una. Hay 950 personas enterradas, o algunas más, porque seguimos enterrando. Pueden ser ortodoxos, judíos, luteranos, anglicanos, católicos… incluso gente que no tiene ninguna fe, viene con la familia y realizan una especie de responso en memoria del fallecido. No hay ninguna reglamentación o prohibición en ese sentido.
Además de diferentes confesiones, hay personas de varias nacionalidades: franceses, rusos, húngaros, irlandeses… Un 65 por ciento de las personas enterradas aquí son británicas; es sorprendente el número tan alto de forasteros. Ya, pocos años después de la fundación del cementerio, había muchos no británicos enterrados aquí.
Aquí podemos encontrar las tumbas de personas muy relevantes de la historia nacional e incluso internacional…
Sí. Aquí están enterrados tres miembros de la familia Loewe, o la familia Lhardy, fundadores del restaurante madrileño que lleva su mismo nombre y donde se reunían los intelectuales y políticos de la época.
También está aquí enterrado el pionero de la fotografía de Madrid: Charles Clifford. Su lápida está a la entrada del camposanto. Suyas son las fotografías de la construcción del Canal de Isabel II y de las obras en la Puerta del Sol.
Otro de los nombres propios es el de William Parish, quien se dice que era un domador que se casó con la hija de Thomas Price. Es el fundador del Circo Parish, posteriormente bautizado Circo Price. Pero eso no es correcto: William Parish era acróbata y se casó con Matilde Fassi, quien no tenía parentesco con Thomas Price.
Entre las tumbas que esconden historias más exóticas, están las de la baronesa Tatiana de Korf y el conde polaco Zavadowsky Miklazewsky. Además, está la tumba de los miembros de la dinastía Bagration, que reinó en Georgia y se exilió a Europa occidental tras la revolución rusa.
¿Por qué el Gobierno británico no se encarga del mantenimiento del cementerio pese a tratarse de una propiedad suya?
Siempre lo exculpo, porque no puede dar dinero a los miles de cementerios británicos que hay por todo el mundo. En la India debe haber miles, probablemente en China también hay, y en Malasia y todas las antiguas colonias. También hay en Portugal, y en Italia varias docenas.
En todos los países del sur de Europa donde no existiese la posibilidad de enterrar a los que no fuesen católicos romanos hay un cementerio británico. Si el Gobierno tuviese que destinar parte de sus presupuestos a este tipo de cementerios habría una revolución en Inglaterra (risas). Por eso, el mantenimiento se deja a cargo de voluntarios.
Como en este caso…
Eso es. La junta en su principio estaba formada por familiares de personas enterradas aquí y también había benefactores de la comunidad británica asentada en Madrid.
¿Cómo comenzaron las visitas guiadas?
Surgieron hace cinco años, porque la gente me pedía datos o algunos visitantes me contaban historias de los aquí enterrados. Poco a poco he adquirido cantidad de información, pero sin buscarla; eso es lo bueno. Empezó por azar, no había ninguna intención de crear una industria o un parque temático (risas).
¿Habéis pensado en ampliar el camposanto?
No. Algunas veces lo hemos considerado la posibilidad de crear espacio para nuevas sepulturas, pero no hay tanta demanda. En lo que va de año ya ha habido cinco entierros, todos ellos de cenizas, por lo que no ocupan mucho espacio, y todavía hay mausoleos en los que caben más cuerpos de familiares. Estoy en contra de una ampliación, destroza la historia y soy adicto a la historia de este cementerio (risas). Lucharía para dejar esto como está porque aún no sabemos las historias que hay detrás de todas las sepulturas.
¿Sigues descubriendo esas historias?
Sí, claro. Hace unos meses descubrimos que estaba aquí una persona que daba trabajo al abuelo materno de Camilo José Cela. Hace unas semanas me escribió una persona de Noruega que está escribiendo un libro sobre un ministro de aquel país que estaba aquí durante la República y la Guerra Civil. Por lo visto era un personaje con una vida llena de hazañas. Cada día descubrimos algo nuevo (risas).
¿Cómo obtienes toda esa información?
La gente me escribe. Cuanto más apareces en reportajes o noticias, más rápido se difunde la existencia de este sitio y sus moradores. Apunto todas las historias que me cuentan, la biografía de familias enteras, o solo de personas individuales.
¿Vas a publicar todas esas historias?
No es algo en lo que piense. Podría con aquellas historias de personas de la primera época, porque no hay descendientes y no hay problemas con la privacidad. En otros muchos casos llegas a generaciones actuales y te topas con la protección de datos. Además, muchas de estas historias no están constatadas históricamente, las conozco pero no hay referencias bibliográficas.