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"Tu historia tiene una entrevista"

XOSÉ CASTRO
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TRADUCCIÓN
TELEVISIÓN

Imagen sobre la entrevista del traductor y comunicador Xosé Castro en ClouderviewTe defines como traductor autodidacta, ¿por qué?

Porque lo soy. Estudié Geografía e Historia, pero no terminé; me vine a Madrid, en parte por amor, y dejé colgada la carrera porque no la podía compatibilizar. Entonces había mucho trabajo de traducción, sobre todo de películas, porque era la época en la que empezaron las televisiones privadas, y me vi en la necesidad de formarme por mi cuenta: me colaba de oyente en clases de Filología Inglesa y de Filología Hispánica, me compraba libros…
 
Pero esa inquietud por los idiomas te vendría de pequeño, ¿no?
Sí, de hecho mi familia se preguntaba por qué no había estudiado algo como Periodismo o Traducción. Tuve la suerte de crecer en una casa donde había una habitación que albergaba una biblioteca. De hecho, cuando empecé a ir a casa de mis amigos preguntaba que dónde estaba la biblioteca y me miraban raro (risas), pero yo pensaba que era lo normal. He vivido rodeado de libros –eso se lo tengo que agradecer a mis padres– y aprendí inglés de la manera más extraña posible: mucha gente del pueblo de La Coruña donde veraneaba había emigrado a Estados Unidos en los 60 y sus hijos, que eran de mi edad, volvían al pueblo en vacaciones. Así que en mi pandilla había chicos estadounidenses y hablaba inglés con ellos. Además, siempre me ha encantado la comunicación, hablar, leer y escribir. Al final, la vida me ha llevado por ahí.
 
¿Y cómo conseguiste trabajo de traductor sin tener una formación oficial?
Ahora que ha pasado el tiempo ya lo puedo decir: básicamente, mintiendo (risas). Como dicen en inglés, fake it until you make it (fíngelo hasta lograrlo). Mi primer currículum era una sarta de mentiras, no lo voy a ocultar. No sabía qué hacer para que me cogieran, así que empecé a atacar por la parte comercial, eso que ahora llaman ‘emprendedurismo’, diciendo: “Yo te lo hago y, si no te gusta, me pagas la mitad o no me pagas”. Al mundo de la empresa esa oferta ya le parece un valor añadido. Además, siempre he estado muy al tanto de la tecnología y creo que eso me ayudó porque, cuando empecé, todavía había gente que entregaba traducciones de películas en papel, pero yo ya tenía ordenador. Con el tiempo, algunos clientes también me han confesado que el ímpetu con el que llegaba transmitía que me iba a dejar las pestañas por hacerlo bien. Esa fue la combinación ganadora.
 
Imagen sobre la entrevista del traductor y comunicador Xosé Castro en Clouderview¿Crees que la gente valora la labor de un traductor?
El buen traductor es el que pasa inadvertido. Si vas a ver una película subtitulada o doblada, el traductor ha hecho un buen trabajo cuando la gente no tiene nada que comentar al respecto. Pasar inadvertido es casi inherente a la profesión. A veces, somos un simple renglón en la primera página de un libro… Siempre digo que los traductores y los intérpretes somos agentes sociales: gracias a la traducción la gente es más culta –desde Steven Spielberg hasta Sócrates– y los pueblos se abren más. Es una labor muy callada, pero importantísima para el desarrollo.
 
Hay quienes dicen que tenerlo todo traducido es una de las causas del bajo nivel de inglés de los españoles…
El hecho de que no tengamos buen nivel de inglés es una lacra para nuestro desarrollo, pero la culpa es de la poca calidad formativa que hay en este país. Es demasiado simplista atribuir el problema al doblaje; influye, pero no es decisivo. Donde hay que aprender inglés es en el aula. Lo que falla es que las clases de inglés se dan en español y que nos da vergüenza hablar en otros idiomas y pronunciarlos bien.
 
Eres el creador y moderador de la mayor lista de traductores audiovisuales del mundo y has traducido al español las películas Matrix y Spiderman.
Sí, entre otras. Y también la serie americana The Office, documentales… Lo que más me gusta traducir son los documentales.
 
¿Por qué?
Porque aprendes muchas cosas. Algunos son un poco aburridos, pero en otros he descubierto cosas magníficas. Para poder traducirlos bien, te documentas y vas descubriendo por dónde se han movido los realizadores, y ese proceso te obliga a ser más culto. Después de traducir un documental no solo has aprendido aquello sobre lo que trata la cinta, sino que te has detenido en otros artículos y has ido más allá.
 
En las películas, ¿el mismo traductor es el que hace el guion para la versión doblada y el texto de los subtítulos?
No. Es más, algunas veces, llega a haber cuatro traductores porque a uno le encargan el doblaje, a otro los subtítulos para cine, a otro los subtítulos para televisión y a otro los subtítulos para el DVD. Eso es relativamente frecuente. Por ejemplo, hice los subtítulos de la primera de Matrix, pero no el doblaje, y en la segunda y la tercera hice las dos cosas. Lo lógico sería que lo hiciera el mismo, pero, a veces, el mercado no es muy coherente.
 
¿Es muy distinto traducir para el doblaje y para los subtítulos?
Para el doblaje tienes que tener en cuenta la longitud de las frases, aunque el ajuste en boca es un trabajo que no tiene por qué hacer el traductor; en muchas ocasiones lo hace el director de doblaje, pero tienes que ser coherente. Si estoy traduciendo y alguien dice “How do you do?” no pongo “¿qué tal te encuentras hoy?” porque ya sé que eso no cabe. Y en los subtítulos estamos muy limitados: tenemos cuatro segundos y doce palabras, y no da tiempo a poner todo lo que se dice en la versión original.
 

Imagen sobre la entrevista del traductor y comunicador Xosé Castro en Clouderview

¿El doblaje que se hace en España es el que se ve en Latinoamérica?
En el ámbito del doblaje en español hay dos mundos: España y el resto. Lo que vemos en España, solo lo vemos aquí. Para toda Latinoamérica hay eso que llaman “español latino”, que es un español que no habla nadie. Algunos países, como México y Argentina, están empezando a hacer doblajes locales. El problema es que la profesión de traductor no está nada profesionalizada en México; aun siendo el país más importante de habla hispana, tiene muy pocas facultades de traducción. Cuando, de manera un poco hiperbólica, decimos que aquí traduce cualquiera, en México literalmente es así, aunque esto está cambiando.
 
¿Cómo afecta la piratería a los traductores audiovisuales?
Somos un país de todo gratis, muy permisivo con la piratería, pero creo que las televisiones llegan tarde a lo que está pasando: la gente no quiere ver la tele, quiere ver lo que le apetece cuando le apetece. Así que o espabilan, o la gente busca sus soluciones. Eso no quita que no deje de ser ilegal y que le demos menos importancia que atracar a una anciana por la calle, porque he recibido currículos de traductores que dicen que hacen subtítulos para webs piratas. Esto es como presentar un currículum para un banco y decir que, de vez en cuando, robas alguno. Pero creo que es un proceso natural que cambiará cuando aquí se extienda más el concepto de televisión a demanda que hay en Estados Unidos.
 
¿Dónde están los límites a la hora traducir una película y respetar el guion original?
Los límites los establece el traductor y la empresa que lo encarga, pero lo resumo con una frase: en una película no traduces palabras, sino emociones. Si el espectador original se parte el pecho de risa, tengo que lograr que el destinatario de la traducción también se lo parta. A veces, eso implica traicionar por completo lo que dice el guion porque, por ejemplo, puede estar haciendo una broma muy local sobre un suceso de actualidad en Estados Unidos totalmente desconocido aquí. El gran reto de la traducción de películas es cambiar esa broma por algo similar, pero sin que sea demasiado local para no sacar de una patada a los espectadores de esa irrealidad en la que estaban sumidos. Ese es el difícil límite: hay que buscar algo que produzca la misma risa o el mismo llanto, pero sin pasarse.  
 

Imagen sobre la entrevista del traductor y comunicador Xosé Castro en Clouderview

También eres especialista en lengua española…

La traducción tiene tres pilares: lengua de destino, lengua de destino y lengua de destino (risas). Puedes ser un superconocedor del inglés, pero a quien te debes es a quien te va a leer, así que si traduces al español lo que tienes que dominar realmente es la lengua española. Siempre me han gustado las clases de lengua, sacaba muy buenas notas, y luego, de nuevo, fui autodidacta: me compré los libros de texto, me puse a leer y estudié por mi cuenta.
 
¿Qué opinas de la Real Academia Española (RAE)?
Como cualquier persona que trabaje con la lengua, tengo mis idas y venidas con la RAE. Está bien que haya una institución que vele por el cuidado de la lengua, pero ha cambiado el paradigma. Durante muchos años, la zona de referencia del español era una región del centro de la península ibérica, pero, hoy en día, el español es americano y la norma ya se está dictando allí. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las academias de la lengua en estos países no tienen casi medios y la RAE es la que corta más el bacalao, pero deberá tener un espíritu más panhispánico en los próximos años. 
 
También hay academias privadas de la lengua, como las llamo yo, que mandan más que la RAE. Por ejemplo, Microsoft decide que los menús de sus programas ponga ‘edición’. Eso es una mala traducción del inglés, pero ha cambiado la forma de hablar de millones de hispanohablantes. Edit es un falso amigo que no significa editar, sino modificar. Ese menú se tendría que llamar ‘cambios’ o ‘modificaciones’.

¿Cómo llegaste a la televisión?
Con jeta, como casi todo lo que he hecho en la vida (risas). Nunca he enviado ningún currículum a la televisión, pero fui a TVE de concursante a un programa –Al habla, presentado por Jesús Marchamalo– y lo terminé presentando. Propuse a la gente del programa –todo el mundo pide, pero hay que ofrecer– hacer una sección sobre etimologías curiosas del español.  Al director (Federico García Serrano) le pareció buena idea y me preguntó si me atrevía a presentarla. Lo primero que se me ocurrió responder fue “no”, pero en esta vida he aprendido que hay que decir que sí; ya me echarán si no funciona (risas).  A veces, uno cree menos en sí mismo de lo que creen otros, así que aproveché la oportunidad. Esas primeras intervenciones mías fueron terribles; lamentablemente, están en los archivos de TVE (risas).
 
Imagen sobre la entrevista del traductor y comunicador Xosé Castro en ClouderviewDespués, ese programa se modificó y se convirtió en Palabra por palabra.
Sí y, para mi sorpresa, me ofrecieron presentarlo con Francine Gálvez. El programa tenía un público reducido, pero muy fiel. Nos mandaban muchas cartas para el ‘Museo de los Horrores’ (una sección sobre gazapos y disparates lingüísticos) e improvisaba sobre eso. Siempre he coleccionado erratas y barbaridades, tengo un archivo brutal. En el equipo nos llevábamos muy bien y guardo un recuerdo magnífico.
 
También has estado en Canal Cocina. ¿Cómo es que acabaste entre fogones?
La productora pensó en mí para presentar Te paso el delantal. Soy muy malo cocinando, pero solo tuve que hacerlo en el primer programa. En realidad, lo que yo hacía era comer (risas).
 
No se te da bien cocinar, pero tienes un archivo con cientos de fotos de platos que has probado…
Soy un gourmand; soy muy bueno comiendo, pero no cocinando. En los dos últimos años, he acompañado como fotógrafo a mi amiga Sandra Blasco, que tiene un magnífico blog de cocina, a entrevistar a un montón de chefs. Siempre me ha apasionado la comida y tengo más de 2.500 fotos de platos distintos que he tomado. Me gusta mucho probar, he catado cualquier bicho. Excepto ojo de vaca y placenta de búfala, todo lo demás me lo he comido: cocodrilo, serpiente, grillos, huevos fecundados de pato, cucarachas, orugas, saltamontes…
 
¿Hay algo que no te haya gustado?
No, en general me ha gustado todo. Siempre pienso que si alguien se lo come, tiene que tener algo… A excepción del mate, que, para mí, es el mejor ejemplo de que la comida y la bebida es algo completamente cultural porque, si tomas mate de adulto, piensas: “¿Qué brebaje es esto?” (risas). Solo te puede gustar si lo has bebido desde pequeño. Aunque es cierto que los líquidos muy amargos no me gustan, pero es por un problema que tengo.
 
Imagen sobre la entrevista del traductor y comunicador Xosé Castro en Clouderview¿Qué tipo de problema?
Lo descubrí hace muy pocos años, cuando me lo dijo un médico en Estados Unidos de casualidad. Soy supertaster –todavía no he logrado encontrar a un médico español que me diga cómo se llama mi condición–, que es como un nombre de superhéroe (risas) y que quiere decir que tengo más papilas gustativas detectoras del amargo que la media. No puedo beber té, cerveza, tónica, ginebra… La cerveza me sabe cinco veces más amarga que a los demás, no es una cuestión de que la pruebe y me acostumbre, es que nunca me voy a acostumbrar. No puedo con el amargor, pero el resto me lo como y me lo bebo todo.
 
¿Tampoco bebes café?
Café sí, aunque solo no lo suelo tomar. Es un poco selectivo, con el vino tampoco tengo problema (risas).
 
¿Has dicho antes que también eres fotógrafo?
Sí, es que mi meta en la vida es convertir mis aficiones en fuentes de ingresos. Por ahora lo voy consiguiendo, salvo con el sexo (risas). Siempre he sido muy aficionado a la fotografía –también soy autodidacta– y hace cinco años que trabajo profesionalmente como fotógrafo y me reporta muchísima satisfacción.

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CLOUDER-FICHA
Imágen de la ficha de Xosé Castro
Clouder: Xosé Castro.
De pequeño quería ser… arqueólogo, como Indiana Jones.
Y ahora es… traductor y comunicador.
Su nube favorita es la mammatus.
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