Sois la primera escuela de España especializada en modelado e impresión 3D…
Hay muchas escuelas en este mundo 3D, pero sí es cierto que somos los primeros especializados en modelado e impresión 3D. Creo que fue en el año 2000 cuando oí hablar por primera vez de la palabra estereolitografía y me quedé fascinado. Yo había estudiado Bellas Artes y había hecho litografía a mano, en piedra, grabados, etc., pero nunca había oído hablar de la estereolitografía. Buscando por internet encontré un vídeo de una máquina produciendo una esfera hueca por dentro y sin líneas de unión por ningún lado.
Lo importante de todo esto no es la tecnología; la impresora 3D es secundaria y cada vez será más rápida, más barata y más accesible. Lo que pienso es que para convertir una idea en un objeto real hace falta conocer el lenguaje del modelado 3D. Antes de abrir una tienda de impresoras 3D consideramos que hay que enseñar este nuevo lenguaje. Sin educación no hay revolución, eso está claro.
¿Tienen más facilidad los nativos digitales?
Ciertamente los niños tienen mucha facilidad porque juegan. Una interfaz digital no les supone ningún miedo. No sé realmente si tienen más facilidad o no, pero sí noto que los niños no se sorprenden, lo dan por hecho. A los niños les dices que esto es una máquina que imprime juguetes y su respuesta es “muy bien, vamos a usarla”. Esto mismo se lo dices a un adulto y le dejas la cabeza del revés, porque sabemos cómo se producían las cosas hasta ahora.
La fabricación aditiva, que es como se llama técnicamente la impresión 3D, es revolucionaria porque es partir de la nada y solamente aporta material allí donde hace falta. Es sumamente más eficiente, quizás no en tiempo, pero sí en uso de materiales y recursos.
Decís que la revolución 3D va a cambiar el mundo, ¿por qué?
Porque empodera al individuo. Nos devuelve una capacidad de creación y de creatividad que, de alguna manera, el sistema industrial –que nos ha llevado tan lejos– nos había quitado. Estamos llegando a un momento en el que si puedes imaginar algo, es tuyo. Hay que aprender el lenguaje para llegar a esto, pero estamos en ese punto.
Las revoluciones anteriores han tenidos sus simbologías: la primera con el motor de vapor, la segunda con la hiladora Jenny, y creo que la impresión 3D va a ser el símbolo de la tercera revolución industrial, pero no será el único elemento. Una revolución industrial se basa en dos cosas: una tecnología de fabricación y una tecnología de comunicación. Sin una de ellas no hay revolución.
¿Qué es exactamente la comunidad maker?
La idea del maker (hacedor) es un poco la idea del do it yourself (hazlo tú mismo) llevado al terreno más digital. El do it yourself era más de hacer muebles y otras cosas con herramientas de mano. Esto es parecido, pero con una orientación mucho más digital: desde la programación al modelado 3D.
Ahora estamos en un punto en el que han expirado las patentes de 3D y la gente puede acceder a ellas desde su casa. Además, llevamos 15 años con internet, por lo que podemos compartir todo, y por eso el movimiento maker está siendo el catalizador de esta revolución.
¿Se comparte todo? Antes los prototipos eran secretos…
El cambio de paradigma real pasa por ahí. Tenemos que pasar de un sistema de competir entre nosotros, de buscar siempre la diferencia y no la similitud, a un sistema que busque, precisamente, las semejanzas: uno más uno son dos, pero vivimos en la cultura que resta. Esa es una de las cosas en las que hacemos hincapié en las clases a los críos, porque consideramos que es fundamental.
Los italianos inventaron la patente en el siglo XV con el tratado de Venecia y nos la han vendido como un sistema para proteger y fomentar la creatividad… Es mentira. Puede que no lo crearan pensando en lo que es ahora, pero se ha convertido en una mentira.
Pero si se democratiza la impresión 3D, os quedáis sin trabajo…
No. ¿Los fotógrafos se han quedado sin curro porque todos tenemos cámaras digitales? Hay menos trabajo, es cierto, pero se han reciclado; igual pasa con los arquitectos, algunos diseñan joyas, muebles, etc. Este es un oficio que requiere años de experiencia, como todo.
Creo que toda esta tecnología permite recuperar determinados conocimientos que se estaban perdiendo. Volvemos a la idea de la comunidad maker y open source (código abierto): una vez que el conocimiento está en la nube, ya no se puede perder. El sistema industrial nos ha llevado muy lejos, como he dicho antes, pero también nos ha hecho mucho daño. Hemos llegado a un punto en el que parece que tenemos que llamar a un electricista para cambiar una bombilla. La comunidad maker te avoca a pedir ayuda, a preguntar a alguien que sabe más que tú, y cuando preguntas, te das cuenta de que a la gente le gusta compartir lo que sabe. La gente es bastante generosa.
¿Cuántos trabajos puede hacer desaparecer esta tecnología?
Esa es una buena pregunta. Desde luego se trata de una tecnología disruptiva, pero seguimos dando por hecho muchas cosas que quizás no son ciertas: ¿Teniendo la tecnología que tenemos es necesario que siga habiendo personas en las fábricas poniendo remaches ocho horas al día? No lo es, lo que pasa es que es más rentable, porque montar un robot de siete ejes como tienen en las fábricas de Ford u Opel es mucho más costoso.
Lo que me pregunto cuando me plantean estas cosas es ¿a qué se va a dedicar el ser humano cuando no tenga nada que hacer? Hay recursos de sobra en la Tierra no solo para la gente que hay viviendo en ella, sino para más población aún. No son infinitos, pero hay. ¿Quién dijo que hay que trabajar ocho horas al día? El sistema actual. Sí, habrá gente que se quede sin trabajo porque en todos los desarrollos de nuevas tecnologías siempre hay un proceso de adaptación. Lo que hace falta es modificar el sistema educativo para llevar todo esto a buen puerto.
¿Cuánto cuesta tener una impresora 3D en casa?
Ahora mismo, puedes tener una impresora decente en casa por 300 euros. Un rollo de un kilo de filamento puede oscilar entre los 18 y los 30 euros. Por ejemplo, si quieres imprimir la montura de unas gafas, dependiendo del modelo, te puedes hacer unos 30 o 40 pares con un solo rollo. Da que pensar que unas Ray-Ban cuesten 150 euros (risas).

Dicen que en 2020, el 95 por ciento de lo que se fabrica se hará parcial o totalmente con impresoras 3D…
Correcto. La impresión 3D se habrá utilizado para llegar a ese producto final. Seguirán existiendo cosas fabricadas a granel en edición de molde, como las sillas. No creo que ese tipo de fabricación llegue a desaparecer, pero si lo hace será como todo: paulatinamente.
¿Cuál es el objeto más grande que se ha impreso?
Una casa de dos plantas. La primera empresa que lo hizo fue una italiana llamada D-Shape, que tiene impresoras como las que usamos nosotros pero los ejes cartesianos son del tamaño de una grúa. Para ello utilizaron un cemento que se seca muy, muy rápido.
Los chinos lo han llevado más lejos e imprimieron una casa de dos plantas en 18 horas. Eso sí, ellos no imprimen la casa tal cual en 3D, sino que hacen una pared, otra, un suelo, el tejado, etc. y luego montan la casa.
¿Y el más complicado?
Sin duda todo lo que tenga que ver con la bioimpresión, con la comida. La empresa norteamericana Modern Meadow lleva bastante tiempo intentado imprimir un filete de ternera sin ternera, sino molécula a molécula.
¿Qué piensas de los bolígrafos 3D?
Ya existen y es una idea bonita. Son más aplicables a una clase de plástica para niños que a la impresión 3D, pero está asociado porque a un tío se le ocurrió que el motor de la impresora podría estar dirigido por la mano. Está bien porque acerca el dibujo en 3D, pero fuera de su carácter artístico no tiene mayor relevancia.